Vendo mi alma al primero que pase porque el diablo se olvidó de mí.
Dejad los pretextos, la vida necesita más párrafos.
domingo, 27 de noviembre de 2011
Y te vas en cero coma.
En los tiempos que corren, muchos piden por un puntofinal. La coma se ha puesto de moda entre las tiendas más concurridas y su precio es cada vez más barato. ¿Qué clase de gusto tenéis? ¿Qué de bonito tiene un coloríncoloradoestecuentosehaacabado sin puntofinal? ¿Por qué esta obsesión con las infinitas comas?
Podría haberse puesto de moda el puntosuspensivo, que de esos tengo muchos; de mis tiempos contigo en los que coleccionaba todos tus finales conmigo.
Habrá que seguir al resto. Karen.
martes, 22 de noviembre de 2011
Desoladora revelación.
Ultimamente hay una sola idea que me arranca de esta sospechosa calma en la que me he sumido (en la que me han sumido). Esa idea soy yo.
Me he llevado, sin planificarlo y ni siquiera desearlo, a un futuro de una habitación de noche con luces encendidas. La habitación está muda y el calor se puede ver en las gotitas del cristal de la ventana y en la piel.
Me encuentro unos años mayor y sé que hay alguien conmigo (en mí, sobre mí, bajo mí, pero a la vez: sin mí.) aunque no me llevé para él un rostro. Un patrón generalizado. Él: cualquiera.
Fui cargada de sensaciones, no de sentimientos. Mucho calor, poca emoción.
Me veo deshaciéndome del trabajo, del tráfico, de los humanos que no deberían llamarse así, de los dependientes sordos de las tiendas de música, de los minutos de 73 segundos y de miles de etcéteras que me persiguen a diario. Se los doy a él; se los meto por la piel... encajándoselos en los poros de su piel, entre su pelo, en sus labios y donde él quiera.
Me veo saliendo por la puerta y con la naturalidad que nunca me fue dada, espero sin sonreír a que se marche. Me besa la mejilla y me olvido de su cara (si es que alguna vez la conocí).
Y me asusta que algún día esta idea rompa la crisálida y en lugar de la bella mariposa de colores verdes y azulados, salga el escorpión venenoso que se disfraza de fiesta pero llora y llora y se duele. Se duele de cada guiño que acabó en la cama y no en la almohada.
Tan absurda idea, que no puedo ser yo. Karen.
Me he llevado, sin planificarlo y ni siquiera desearlo, a un futuro de una habitación de noche con luces encendidas. La habitación está muda y el calor se puede ver en las gotitas del cristal de la ventana y en la piel.
Me encuentro unos años mayor y sé que hay alguien conmigo (en mí, sobre mí, bajo mí, pero a la vez: sin mí.) aunque no me llevé para él un rostro. Un patrón generalizado. Él: cualquiera.
Fui cargada de sensaciones, no de sentimientos. Mucho calor, poca emoción.
Me veo deshaciéndome del trabajo, del tráfico, de los humanos que no deberían llamarse así, de los dependientes sordos de las tiendas de música, de los minutos de 73 segundos y de miles de etcéteras que me persiguen a diario. Se los doy a él; se los meto por la piel... encajándoselos en los poros de su piel, entre su pelo, en sus labios y donde él quiera.
Me veo, harta de esconder mis palabras, desnudándome de pieles y asesinando al diccionario que me hizo ser así.
La idea me está fija, no se mueve ya; pero me desperté con sus huellas dactilares en los hombros.Me veo saliendo por la puerta y con la naturalidad que nunca me fue dada, espero sin sonreír a que se marche. Me besa la mejilla y me olvido de su cara (si es que alguna vez la conocí).
Y me asusta que algún día esta idea rompa la crisálida y en lugar de la bella mariposa de colores verdes y azulados, salga el escorpión venenoso que se disfraza de fiesta pero llora y llora y se duele. Se duele de cada guiño que acabó en la cama y no en la almohada.
Tan absurda idea, que no puedo ser yo. Karen.
domingo, 20 de noviembre de 2011
viernes, 18 de noviembre de 2011
Cianuro para las heridas.
Mis hemisferios no se bajan del ring. Uno afirma tu existencia y el otro golpea para hacerlo entrar en razón.
Hoy me decanto por mi lado izquierdo, el razonable, el que sabe quién soy. Lástima que no hable mucho con él. Pero lo mejor de no saber quién soy es que puedo ser como me de la gana. Pero las ganas siempre te las dejo a ti.; a pies de tu portal, en el asfalto de aquella noche o en el abrazo a dos mesas de distancia. Te las dejo en las manos, pero tu Nietzche te dice que no son reales. Por eso ya no te las dejo, ya no las llevo encima (las guardo en una cajita, con mi corazón, por si me las quitan).
Cuando empecé a escribir, tenía pensado no hablar de ti (yo lo que quiero es hablar SOBRE ti), pero eres imposible. Eres como esa humedad molesta que me riza el pelo pero que no odio porque deja un olor a tierra mojada que me encanta.
Te me pegas a los pensamientos. Es hacer matemáticas y concluir que YO - TÚ = 0 ---> YO = TÚ. Y cuando de ecuaciones se trata, siempre pienso en TÚ + ELLA + X = 0 ---> TÚ + ELLA = -X. Donde la X que sobra soy yo indudablemente.
Y esto también me pasa en la sintaxis, donde siempre soy el "azul" que acompaña a "cielo" (el complemento que está de más).
Peor es historia, porque inmediatamente me viene a la mente que yo nunca saldré en esos libros y tú nunca los escribirás. No constaremos en ningún sitio (será como si nunca hubiesemos existido).
Pero sin duda, la asignatura que peor llevo es física y química. La química me la imagino y nos junto donde no hay enlaces. Y la física ¡ese gran desconocido! A veces creo que no existes porque no me tocas. Por tu culpa suspendí el examen de la fuerza de rozamiento, porque si no puedo comprobarlo: no lo creo. Y tus dedos jamás se han deslizado por mi cuello y rozado hasta detenerse en mi pecho. Lo único que conozco del tema este de la física es la Ley de la Gravedad: esa fuerza que me hace quedarme sentada y firme en mi sitio cuando te veo alejarte y sólo deseo ir a buscarte. Esto es muy grave, como tú, que eres un problema. Pero no me pidas que te resuelva, suspendí matemáticas.
Hace rato que me perdí entre estas palabras, que son algo así como la quinta pata del gato de Schrödinger, que está muy ocupado resolviendo su propia paradoja.
Lo peor de todas estas frases escasas de sentido, función y objetivo es que no eres tú en quien pienso. Porque según yo, me quieres en secreto y sufres por el placer estratosférico que te supone llorar e inundar la habitación para tener una piscina donde ahogarte en invierno. Pero no.
Cuando me sonríes, le sonríes a ella.
Cambio de párrafo y comienzo de nuevo.
Pretendiendo no hablar de ti, hablaré de lo que no tengo. Yo me imagino que te tengo, que te compré una noche de enero mientras fingía que no tenía sueño. (PAUSA)
Ya está. He respirado y recargado el tintero del corazón. Y mientras acabo con esta hoja, me dispongo a pasar a la siguiente. Así: sin preliminares ni puntos y aparte. Soy fría y así la sangre con la que asesino tus palabras.
Demasiado (creo a veces). Soy como esa propiedad del agua que hace que esta se congele en su capa más externa para que los pecesitos chiquitines mantengan su calorcito. Así. Y no quiero entrar en detalles sobre lo que me considero; eso te lo dejo a ti.
De cuando en vez podrías regalarme un par de palabras (me valen con dos). Te sugiero un "te" (suenan muy bonitos) y puedes acompañarlo facilmente con un "quiero" en tiempo presente. Pero eres libre de hacer lo que quieras. Te quiero.
Pensándolo mejor, no me regales nada. Quiero ser mala y eres a quien tengo más cerca (al fondo a la izquierda, en mi pecho).
Te robaré las palabras. Te quedarás sin habla y tendrás que usar sólo tus ojos y mi tacto para expresarte. Vocalizarás torpemente y tus manos me topografiarán rigurosamente. Yo estaré encantada, pero en mi propósito de maldad...
Te haré cerrar los ojos. Te ataré las manos. Te sentaré en el frío suelo. Te susurraré al oido un mevoy. Me marcharé haciéndome daño y esperando que tú sufras como mínimo la mitad de lo que sufro yo.
Y mientras camine hacia el bar vacío de siempre, pensaré que olvidé pedirte que busque el tequiero que te robé. Porque la vida es muy puta y yo me he vuelto muy mala.
De pronto me vi hablando de ti nuevamente, pero ya no me extraña. Si YO = TÚ, normal que todo el día me estés tan presente.
Y mientras espero a que te levantes y me empieces a buscar, yo iré de bar en bar, de esquina en callejón, de suburbio en mi mente... buscando una droga que caiga del cielo y me permita romper este enlace de hidrógeno que formé con nosotros.
Me consuela saber que, si lo lees, no sabrás quién eres porque yo no sé quién soy. Karen.
Hoy me decanto por mi lado izquierdo, el razonable, el que sabe quién soy. Lástima que no hable mucho con él. Pero lo mejor de no saber quién soy es que puedo ser como me de la gana. Pero las ganas siempre te las dejo a ti.; a pies de tu portal, en el asfalto de aquella noche o en el abrazo a dos mesas de distancia. Te las dejo en las manos, pero tu Nietzche te dice que no son reales. Por eso ya no te las dejo, ya no las llevo encima (las guardo en una cajita, con mi corazón, por si me las quitan).
Cuando empecé a escribir, tenía pensado no hablar de ti (yo lo que quiero es hablar SOBRE ti), pero eres imposible. Eres como esa humedad molesta que me riza el pelo pero que no odio porque deja un olor a tierra mojada que me encanta.
Te me pegas a los pensamientos. Es hacer matemáticas y concluir que YO - TÚ = 0 ---> YO = TÚ. Y cuando de ecuaciones se trata, siempre pienso en TÚ + ELLA + X = 0 ---> TÚ + ELLA = -X. Donde la X que sobra soy yo indudablemente.
Y esto también me pasa en la sintaxis, donde siempre soy el "azul" que acompaña a "cielo" (el complemento que está de más).
Peor es historia, porque inmediatamente me viene a la mente que yo nunca saldré en esos libros y tú nunca los escribirás. No constaremos en ningún sitio (será como si nunca hubiesemos existido).
Pero sin duda, la asignatura que peor llevo es física y química. La química me la imagino y nos junto donde no hay enlaces. Y la física ¡ese gran desconocido! A veces creo que no existes porque no me tocas. Por tu culpa suspendí el examen de la fuerza de rozamiento, porque si no puedo comprobarlo: no lo creo. Y tus dedos jamás se han deslizado por mi cuello y rozado hasta detenerse en mi pecho. Lo único que conozco del tema este de la física es la Ley de la Gravedad: esa fuerza que me hace quedarme sentada y firme en mi sitio cuando te veo alejarte y sólo deseo ir a buscarte. Esto es muy grave, como tú, que eres un problema. Pero no me pidas que te resuelva, suspendí matemáticas.
Hace rato que me perdí entre estas palabras, que son algo así como la quinta pata del gato de Schrödinger, que está muy ocupado resolviendo su propia paradoja.
Lo peor de todas estas frases escasas de sentido, función y objetivo es que no eres tú en quien pienso. Porque según yo, me quieres en secreto y sufres por el placer estratosférico que te supone llorar e inundar la habitación para tener una piscina donde ahogarte en invierno. Pero no.
Cuando me sonríes, le sonríes a ella.
Cambio de párrafo y comienzo de nuevo.
Pretendiendo no hablar de ti, hablaré de lo que no tengo. Yo me imagino que te tengo, que te compré una noche de enero mientras fingía que no tenía sueño. (PAUSA)
Ya está. He respirado y recargado el tintero del corazón. Y mientras acabo con esta hoja, me dispongo a pasar a la siguiente. Así: sin preliminares ni puntos y aparte. Soy fría y así la sangre con la que asesino tus palabras.
Demasiado (creo a veces). Soy como esa propiedad del agua que hace que esta se congele en su capa más externa para que los pecesitos chiquitines mantengan su calorcito. Así. Y no quiero entrar en detalles sobre lo que me considero; eso te lo dejo a ti.
De cuando en vez podrías regalarme un par de palabras (me valen con dos). Te sugiero un "te" (suenan muy bonitos) y puedes acompañarlo facilmente con un "quiero" en tiempo presente. Pero eres libre de hacer lo que quieras. Te quiero.
Pensándolo mejor, no me regales nada. Quiero ser mala y eres a quien tengo más cerca (al fondo a la izquierda, en mi pecho).
Te robaré las palabras. Te quedarás sin habla y tendrás que usar sólo tus ojos y mi tacto para expresarte. Vocalizarás torpemente y tus manos me topografiarán rigurosamente. Yo estaré encantada, pero en mi propósito de maldad...
Te haré cerrar los ojos. Te ataré las manos. Te sentaré en el frío suelo. Te susurraré al oido un mevoy. Me marcharé haciéndome daño y esperando que tú sufras como mínimo la mitad de lo que sufro yo.
Y mientras camine hacia el bar vacío de siempre, pensaré que olvidé pedirte que busque el tequiero que te robé. Porque la vida es muy puta y yo me he vuelto muy mala.
De pronto me vi hablando de ti nuevamente, pero ya no me extraña. Si YO = TÚ, normal que todo el día me estés tan presente.
Y mientras espero a que te levantes y me empieces a buscar, yo iré de bar en bar, de esquina en callejón, de suburbio en mi mente... buscando una droga que caiga del cielo y me permita romper este enlace de hidrógeno que formé con nosotros.
Me consuela saber que, si lo lees, no sabrás quién eres porque yo no sé quién soy. Karen.
jueves, 17 de noviembre de 2011
Me importa una puta mierda.
Tampoco es que me leáis.
¡Húndete en tu asqueroso ombligo! Vete a TU mierda, que yo ya tengo la mía.
Ya no me vale con pensar en ti (joder, que sabes perfectamente quién eres). Ahora me ocupo de las demás estúpidas y corroídas cadenas que me atan al cielo.
Bah. Karen.
domingo, 13 de noviembre de 2011
Sé que no soy yo, que el cielo se viene abajo.
¿No te pasa que de pronto te sientes diminuto, tanto que parece que el cielo está más arriba?
¿Nunca te has sentido gigante, y pensaste que el cielo se estaba cayendo?
No eres tú.
Es el cielo, que al incharse con tantos sueños, no se puede sostener.
Pero tranquilo, siempre hay alguien con un alfiler y..... ¡Pum! Adiós al cielo; se va con todos tus sueños.
Sé el señor del alfiler. Karen.
viernes, 11 de noviembre de 2011
Complicaciones de un corazón acortinado.
Erase en un cuerpo, un corazón.
Como cualquier otro, este latía con sus movimientos diastólicos y sistólicos, se alimentaba de oxígeno y, como buen corazón, se llevaba a matar con su vecino el cerebro.
Pero esto no va sobre los corazones (de esto ya hablaré otro día), esto va sobre ESE corazón.
Primero que nada, y para que entendáis la historia, voy a ponerle un nombre. Corazón. Así se va a llamar (no os burléis, que no pretendo ser original).
Corazón sería un simple corazón más de no ser porque está acortinado. Sí, sí: acortinado.
Imaginaros una ventana. Desde dentro podéis ver hacia afuera, y desde fuera podéis ver hacia adentro. Ahora imaginaros una cortina y pasarla por la ventana. ¿A que ya no veis nada?
Pero estas cortinas no se abren y supone muchos problemas: las estaciones.
Corazón lo tiene todo pensado; posee una estrellita -no tan grade como el Sol- que le da luz y calor cuando el frío le amenaza con un infarto. Esto está muy bien, el problema llega con el verano. Si con el calor de fuera no era suficiente... el de la estrella hace que Corazón se asfixie.
El calor es delirante; Corazón sonríe y sonríe: es feliz. Pero pronto se agota. El calor lo hace sudar, las palpitaciones se le aceleran, se pone rojo colorado, los nervios se le suben y... por poco se le muere el miocardio. Se siente tentado a correr la ventana y abrirla; que el aire lo despeje de tanto delirio. Pero las cadenas.
Corazón sufre. Y se lamenta. Y piensa en el día que se acortinó. E intenta recordar qué nefasto día decidió comprar las cortinas. Y recuerda que nació así: acortinado.
Piensa en infartarse, pero, aunque lo odie, recuerda a su vecino el cerebro y se le pasan las tonterías.
Corazón ya tiene unos años, pero aún no se acostumbra a estos cambios de temperatura. (¡Venga! pensad un poquito, hombre.... todo es metáfora. ¿qué será la temperatura?)
Otra complicación es el aburrimiento. A veces se cansa de ver venas, arterias, y demases sin sentido. Pero Corazón no puede ver el exterior. Y nadie nadie nadie nunca nunca nunca jamás jamás jamás podrá mirar por su ventana. No habrá Romeo que le grite "¡Julieta!", ni ningún mal guitarrista que le cante. No habrá ojos que traspasen las cortinas, ni manos que rompan las cadenas.
Pero Corazón sigue siendo corazón, y sigue latiendo; al fin y al cabo: ES SU TRABAJO. No le pagan por quejarse.
Eres mi veranosinventanas, mi inviernosinestrella, mi temperatura, corazón. Karen.
Como cualquier otro, este latía con sus movimientos diastólicos y sistólicos, se alimentaba de oxígeno y, como buen corazón, se llevaba a matar con su vecino el cerebro.
Pero esto no va sobre los corazones (de esto ya hablaré otro día), esto va sobre ESE corazón.
Primero que nada, y para que entendáis la historia, voy a ponerle un nombre. Corazón. Así se va a llamar (no os burléis, que no pretendo ser original).
Corazón sería un simple corazón más de no ser porque está acortinado. Sí, sí: acortinado.
Imaginaros una ventana. Desde dentro podéis ver hacia afuera, y desde fuera podéis ver hacia adentro. Ahora imaginaros una cortina y pasarla por la ventana. ¿A que ya no veis nada?
Pero estas cortinas no se abren y supone muchos problemas: las estaciones.
Corazón lo tiene todo pensado; posee una estrellita -no tan grade como el Sol- que le da luz y calor cuando el frío le amenaza con un infarto. Esto está muy bien, el problema llega con el verano. Si con el calor de fuera no era suficiente... el de la estrella hace que Corazón se asfixie.
El calor es delirante; Corazón sonríe y sonríe: es feliz. Pero pronto se agota. El calor lo hace sudar, las palpitaciones se le aceleran, se pone rojo colorado, los nervios se le suben y... por poco se le muere el miocardio. Se siente tentado a correr la ventana y abrirla; que el aire lo despeje de tanto delirio. Pero las cadenas.
Corazón sufre. Y se lamenta. Y piensa en el día que se acortinó. E intenta recordar qué nefasto día decidió comprar las cortinas. Y recuerda que nació así: acortinado.
Piensa en infartarse, pero, aunque lo odie, recuerda a su vecino el cerebro y se le pasan las tonterías.
Corazón ya tiene unos años, pero aún no se acostumbra a estos cambios de temperatura. (¡Venga! pensad un poquito, hombre.... todo es metáfora. ¿qué será la temperatura?)
Otra complicación es el aburrimiento. A veces se cansa de ver venas, arterias, y demases sin sentido. Pero Corazón no puede ver el exterior. Y nadie nadie nadie nunca nunca nunca jamás jamás jamás podrá mirar por su ventana. No habrá Romeo que le grite "¡Julieta!", ni ningún mal guitarrista que le cante. No habrá ojos que traspasen las cortinas, ni manos que rompan las cadenas.
Pero Corazón sigue siendo corazón, y sigue latiendo; al fin y al cabo: ES SU TRABAJO. No le pagan por quejarse.
Eres mi veranosinventanas, mi inviernosinestrella, mi temperatura, corazón. Karen.
lunes, 7 de noviembre de 2011
De cómo debe ser el mundo.
Para empezar: ¿por qué azul? ¿Por qué no morado, o verde? El cielo siempre se ve más bonito cuando no es azul.
El mar sí, es perfecto. Azul casi negro y a veces transparente.
Para ser perfecto, el mundo debería contar con un botón de reinicio. Así, cuando ya no encontremos más teorías, ni podamos inventar historias novedosas; cuando ya hayamos agotado la intriga y nos dediquemos a crear estúpidas teorías basadas en otras que no explican nada nuevo, a rehacer viejas historias y a sumirnos en un aburrimiento crónico... alguien podrá levantarse de su cómodo sofá y accionar el botón.
Todo daría vueltas, los colores se mezclarían, la intocable Ley de la Gravedad se hundiría y traslatormentasiemprevienelacalma se posaría en el mundo.
Entonces no seríamos más que un puntito en el espacio, hasta que Nosesabequién, con su lápiz de hacer al mundo, nos explotó y blablabla, todos sabemos el resto. Nació la Tierra. ¡Pero por Dios! ¿A qué ser falta de imaginación se le ocurrió semejante nombre? A demás de poco imaginativo era poco observador, porque resulta que nuestra Tierra... es más Agua que Tierra. Aunque eso es lo de menos, ¿no? Un nombre no define quién eres.
Bueno, una vez producido el nacimiento de la Tierra y demás sinimportancias... y BLABLABLA naciste tú y nací yo. Ay, ay, ay... naciste tú. Porque yo: de acuerdo, vale, genial. Nací y todo es perfecto. Pero tú: naciste, vale, perfecto pero... ¿tenías que meterte en mi camino?
Si el mundo fuese perfecto, mi camino y el tuyo no se hubieran encontrado tan pronto. Si fuese casi perfecto, el tiempo se habría de detener para que pudiese retenerte hasta el momento justo en el que debiste aparecer.
Si el mundo fuese perfecto, la torre Eiffel estaría en mi jardín y el whisky saldría de las fuentes. ¡Ay, si fuese perfecto! Si lo fuese, ahora yo no estaría aquí y nunca habríais leído esto; porque yo estaría contigo en algún lugar muy muy lejano dejando que el café se enfriase un poco.
Por ahora, céntrate en encontrar el botón, Karen.
El mar sí, es perfecto. Azul casi negro y a veces transparente.
Para ser perfecto, el mundo debería contar con un botón de reinicio. Así, cuando ya no encontremos más teorías, ni podamos inventar historias novedosas; cuando ya hayamos agotado la intriga y nos dediquemos a crear estúpidas teorías basadas en otras que no explican nada nuevo, a rehacer viejas historias y a sumirnos en un aburrimiento crónico... alguien podrá levantarse de su cómodo sofá y accionar el botón.
Todo daría vueltas, los colores se mezclarían, la intocable Ley de la Gravedad se hundiría y traslatormentasiemprevienelacalma se posaría en el mundo.
Entonces no seríamos más que un puntito en el espacio, hasta que Nosesabequién, con su lápiz de hacer al mundo, nos explotó y blablabla, todos sabemos el resto. Nació la Tierra. ¡Pero por Dios! ¿A qué ser falta de imaginación se le ocurrió semejante nombre? A demás de poco imaginativo era poco observador, porque resulta que nuestra Tierra... es más Agua que Tierra. Aunque eso es lo de menos, ¿no? Un nombre no define quién eres.
Bueno, una vez producido el nacimiento de la Tierra y demás sinimportancias... y BLABLABLA naciste tú y nací yo. Ay, ay, ay... naciste tú. Porque yo: de acuerdo, vale, genial. Nací y todo es perfecto. Pero tú: naciste, vale, perfecto pero... ¿tenías que meterte en mi camino?
Si el mundo fuese perfecto, mi camino y el tuyo no se hubieran encontrado tan pronto. Si fuese casi perfecto, el tiempo se habría de detener para que pudiese retenerte hasta el momento justo en el que debiste aparecer.
Si el mundo fuese perfecto, la torre Eiffel estaría en mi jardín y el whisky saldría de las fuentes. ¡Ay, si fuese perfecto! Si lo fuese, ahora yo no estaría aquí y nunca habríais leído esto; porque yo estaría contigo en algún lugar muy muy lejano dejando que el café se enfriase un poco.
Por ahora, céntrate en encontrar el botón, Karen.
domingo, 6 de noviembre de 2011
Nunca me gustaron las bicicletas.
Las bicicletas son esos medios de transporte que agotan al corazón.
Quieres ir muy rápido y el aire frío te hace llorar,
pero lo más triste de todo es que nadie te espera en ningún lugar.
Las bicicletas están hechas para conducir temerariamente y tropezarte con un sonrisabonita que te invite a un café.
Pero, como todo en este mundo: NADA FUNCIONA BIEN y entonces nacieron las motos y los coches.
Silogismo obvio:
En este mundo nada funciona bien.
Tú eres parte de este mundo.
Yo soy parte de este mundo.
Nosotros, como unidad, formamos parte de este mundo.
Nosotros no funcionamos bien.
Estoy en contra de este silogismo, pero... ¿qué quieres que te diga? Así funcionan las cosas.
Y esta carretera que llaman Vida, está llena de curvas. Voy en bicicleta, y a veces confundo las curvas con esquinas, entonces me detengo a esperarte. Siempre regresas ¿no?
Me consuela saber que esto es sólo una esquina más. Karen.
Quieres ir muy rápido y el aire frío te hace llorar,
pero lo más triste de todo es que nadie te espera en ningún lugar.
Las bicicletas están hechas para conducir temerariamente y tropezarte con un sonrisabonita que te invite a un café.
Pero, como todo en este mundo: NADA FUNCIONA BIEN y entonces nacieron las motos y los coches.
Silogismo obvio:
En este mundo nada funciona bien.
Tú eres parte de este mundo.
Yo soy parte de este mundo.
Nosotros, como unidad, formamos parte de este mundo.
Nosotros no funcionamos bien.
Estoy en contra de este silogismo, pero... ¿qué quieres que te diga? Así funcionan las cosas.
Y esta carretera que llaman Vida, está llena de curvas. Voy en bicicleta, y a veces confundo las curvas con esquinas, entonces me detengo a esperarte. Siempre regresas ¿no?
Me consuela saber que esto es sólo una esquina más. Karen.
sábado, 5 de noviembre de 2011
viernes, 4 de noviembre de 2011
Sólo estoy de paso.
Lo bueno de escribir tanto, es que nadie te lee.
Esto es temporal, he parado en un motel a pasar la noche, y al amanecer, partiré hacia mi vida.
No digáis de mí que soy distante, tampoco que no me se os muestro (¡bah! no empecéis con la gramática.) y tampoco digáis que no os quiero. Porque, si no me saco del envoltorio en el que vine a este motel, es porque no quiero gastarme antes de llegar a mi vida.
Ay, no. No pienses (ahora te hablo a ti y no a vosotros) que me das igual. No pienses que tú eres el motel, no: ahí te encontré, y muy en el fondo, espero que te me pegues a los zapatos para así poder arrastrarte a mi camino cuando me vaya de aquí.
¡Me hubiese encantado tanto conocerte en la vida! Pero no. Y te agradezco la compañía en el motel. Sé que a veces te enfadabas contigo mismo (con tus monstruos, o con lo que sea que te haga daño) y te ibas a otra habitación. Me dejabas sola conmigo misma (con mis monstruos, o con lo que sea que me recuerde a ti). Sé que algunas veces me confundías, y hacías como que me querías. Sé que de cuando en cuando pensabas en mí y tocabas a mi puerta. También sé que casi nunca estabas: con estar quiero decir estarunidosmejillacontramejillaalcalordelasmanosmientrasmiramoseltechosinohayestrellas.
Ya no me queda mucho tiempo ¿sabes? Mi estancia en el motel ya está paga y... pronto he de irme. Sé que no lo sientes, que tú también te irás. Pero a mí no me da igual; y, por si no te das cuenta, me estoy desenvolviendo despacito muy despacito -así como desnudándome, quedándome en piel- mientras escribo esto que se sale de lo habitual (y del corazón).
NO. No te pienses que todo esto es por ti (jejee, lo siento, pero alguna mentira tenía que meter).
Ay, sí. Me gusta. Escribir es... es como... algo así como... el papel es una caja y las palabras los ladrillos que no me dejan salir del hall del motel; tengo que meter los ladrillos en la caja para salir. Y yo quiero salir. Por muy agradable y demás adjetivos que sea tu compañía, sé que, si te encontré en el motel y no en la vida es porque en la vida me espera alguien mejor.
No digas de mí que no te quiero; si no te lo digo es porque espero que lo sepas. No te creas que no te busco; pero ocurre que vas tan rápido que nunca te alcanzo.
¡Tírame de la lengua! que te quiero hablar.
Y cuando amanezca y deba irme... me despediré. Sí. Sé que las despedidas duelen, que no son bonitas, que entristecen al alma y demases.
Te miraré a los ojos, los anclaré a los míos. Te sonreiré y respiraré despacito. Te daré un regalo (algo así como un abrazo) y te diré como pueda (si no me falla la voz) : de menos, te echaré de menos.
Entonces pasaré por el hall, saldré por la puerta cargando con mi maleta, pisaré el asfalto de la realidad, me tambalearé con el viento frío pero, sin mirar atrás, me marcharé. Subiré a mi coche y a kilómetros por hora huiré de ti. Me dolerá sí, pero duele más estar junto a ti, compartiendo habitación de motel, si sé perfectamente que ESTO ES TEMPORAL.
Mis enhorabuenas si habéis leído todo, Karen.
Esto es temporal, he parado en un motel a pasar la noche, y al amanecer, partiré hacia mi vida.
No digáis de mí que soy distante, tampoco que no me se os muestro (¡bah! no empecéis con la gramática.) y tampoco digáis que no os quiero. Porque, si no me saco del envoltorio en el que vine a este motel, es porque no quiero gastarme antes de llegar a mi vida.
Ay, no. No pienses (ahora te hablo a ti y no a vosotros) que me das igual. No pienses que tú eres el motel, no: ahí te encontré, y muy en el fondo, espero que te me pegues a los zapatos para así poder arrastrarte a mi camino cuando me vaya de aquí.
¡Me hubiese encantado tanto conocerte en la vida! Pero no. Y te agradezco la compañía en el motel. Sé que a veces te enfadabas contigo mismo (con tus monstruos, o con lo que sea que te haga daño) y te ibas a otra habitación. Me dejabas sola conmigo misma (con mis monstruos, o con lo que sea que me recuerde a ti). Sé que algunas veces me confundías, y hacías como que me querías. Sé que de cuando en cuando pensabas en mí y tocabas a mi puerta. También sé que casi nunca estabas: con estar quiero decir estarunidosmejillacontramejillaalcalordelasmanosmientrasmiramoseltechosinohayestrellas.
Ya no me queda mucho tiempo ¿sabes? Mi estancia en el motel ya está paga y... pronto he de irme. Sé que no lo sientes, que tú también te irás. Pero a mí no me da igual; y, por si no te das cuenta, me estoy desenvolviendo despacito muy despacito -así como desnudándome, quedándome en piel- mientras escribo esto que se sale de lo habitual (y del corazón).
NO. No te pienses que todo esto es por ti (jejee, lo siento, pero alguna mentira tenía que meter).
Ay, sí. Me gusta. Escribir es... es como... algo así como... el papel es una caja y las palabras los ladrillos que no me dejan salir del hall del motel; tengo que meter los ladrillos en la caja para salir. Y yo quiero salir. Por muy agradable y demás adjetivos que sea tu compañía, sé que, si te encontré en el motel y no en la vida es porque en la vida me espera alguien mejor.
No digas de mí que no te quiero; si no te lo digo es porque espero que lo sepas. No te creas que no te busco; pero ocurre que vas tan rápido que nunca te alcanzo.
¡Tírame de la lengua! que te quiero hablar.
Y cuando amanezca y deba irme... me despediré. Sí. Sé que las despedidas duelen, que no son bonitas, que entristecen al alma y demases.
Te miraré a los ojos, los anclaré a los míos. Te sonreiré y respiraré despacito. Te daré un regalo (algo así como un abrazo) y te diré como pueda (si no me falla la voz) : de menos, te echaré de menos.
Entonces pasaré por el hall, saldré por la puerta cargando con mi maleta, pisaré el asfalto de la realidad, me tambalearé con el viento frío pero, sin mirar atrás, me marcharé. Subiré a mi coche y a kilómetros por hora huiré de ti. Me dolerá sí, pero duele más estar junto a ti, compartiendo habitación de motel, si sé perfectamente que ESTO ES TEMPORAL.
Mis enhorabuenas si habéis leído todo, Karen.
jueves, 3 de noviembre de 2011
Llévateme.
- Gracias por ayudarme a sobrellevar esta ciudad.
- Cuando quieras damos una vuelta.
- Ahora mismo estoy en término medio.
Pero oye, no te lleves mi razón.
Conmigo te sobra. Karen.
- Cuando quieras damos una vuelta.
- Ahora mismo estoy en término medio.
Pero oye, no te lleves mi razón.
Conmigo te sobra. Karen.
miércoles, 2 de noviembre de 2011
Nunca me propuse la felicidad.
Degradación del recuerdo.
Dicen que cuando algo muere
hay que regalar un minuto de silencio.
Murió
y casi no me entero,
pero por Dios, ya no te espero.
Dicen que allá en el cielo te va bien.
Yo no me quejo;
aquí en el infierno, que los elegantes llaman averno
le invento un invierno a tu recuerdo eterno.
Dicen, ¡tanto dicen!
que cuando el diablo miedo sale a pasear
tu piel lleva como disfraz.
No.
¡NO!
He dicho que no.
Más te vale no escucharme.
Aquí abajo no veo tu luna ni escucho lo que dices.
Ya tengo suficiente con el eco del recuerdo
que resuena en las paredes de este infierno.
Dicen, y digo yo, que eres lo peor.
Te vienes y vas como un huracán
y destrozas todo allá donde vas.
Te vistes con tu mejor traje,
sí, ese de color índigo
que tan azul o tan negro parece
y que de día o tarde, siempre anochece.
Dicen que esto es mentira.
Falso o palabras de vacío,
y no están muy perdidos.
Por eso, haz el favor de no morir
que yo haré como que vuelvo a vivir.
Este lugar es un rompecabezas, un puzzle gigante de piezas mínimas. Y en cada una de ellas está escondido un trocito de alguna letra. Por eso, hasta que no mueras (y acabes tu rompecabezas -que por algo se llama así-) no creas saber la palabra que se esconde. No digas ser infeliz cuando ni siquiera has vivido.
El recuerdo es un sentimiento, el más mutable de todos.
No, no me esperes, vete. Karen.
Dicen que cuando algo muere
hay que regalar un minuto de silencio.
Murió
y casi no me entero,
pero por Dios, ya no te espero.
Dicen que allá en el cielo te va bien.
Yo no me quejo;
aquí en el infierno, que los elegantes llaman averno
le invento un invierno a tu recuerdo eterno.
Dicen, ¡tanto dicen!
que cuando el diablo miedo sale a pasear
tu piel lleva como disfraz.
No.
¡NO!
He dicho que no.
Más te vale no escucharme.
Aquí abajo no veo tu luna ni escucho lo que dices.
Ya tengo suficiente con el eco del recuerdo
que resuena en las paredes de este infierno.
Dicen, y digo yo, que eres lo peor.
Te vienes y vas como un huracán
y destrozas todo allá donde vas.
Te vistes con tu mejor traje,
sí, ese de color índigo
que tan azul o tan negro parece
y que de día o tarde, siempre anochece.
Dicen que esto es mentira.
Falso o palabras de vacío,
y no están muy perdidos.
Por eso, haz el favor de no morir
que yo haré como que vuelvo a vivir.
Este lugar es un rompecabezas, un puzzle gigante de piezas mínimas. Y en cada una de ellas está escondido un trocito de alguna letra. Por eso, hasta que no mueras (y acabes tu rompecabezas -que por algo se llama así-) no creas saber la palabra que se esconde. No digas ser infeliz cuando ni siquiera has vivido.
El recuerdo es un sentimiento, el más mutable de todos.
No, no me esperes, vete. Karen.
martes, 1 de noviembre de 2011
Está claro que el mundo no es como debería ser.
Es noviembre, debería llover.
Me equivocaron de siglo, entonces "tuve que dejar de ser yo y dedicarme a escribir".
Las cosas son así, de acuerdo. No pasa nada. ¡Que estoy muy bien!
Pensar es como hacer. Si haces muchas cosas a la vez, todo te saldrá mal. Concentración. Seamos embudos. Mira, es sencillo... invádeme con tus sonrisas, tus risas, tu par de ojos, tus palabras, TUS PALABRAS ¡POR DIOS!, tus silencios (sí, con esos también. Que aunque muy vacíos, llenan bastante), invádeme con tus pisadas, tus llamadas, tu piel, tú. Invádeme de ti; que yo lo filtraré y lo reduciré a cenizas con las que te pueda fumar.
Hoy me di de bruces con una señora mayor y despiadada. Vestía canas en el pelo y de los ojos le colgaban lágrimas. Su sonrisa ya estaba un poco vieja, los extremos le pesaban y se le caía formando una C al revés. C de claroquenoestoybien, de cansancio, de casicasisiempreescasi, de cadavezquevienestevas. Era una señora común, del montón. Dicen que una vez fue feliz, y ya no pudo volver a serlo; que el Tiempo la hizo presa y ella cayó. Dicen que quiere a todo el mundo, pero que a ella nadie le corresponde. Dicen, dicen que dicen que se llama Tristeza.
El problema es que no estoy mal. No estoy triste, no estoy mal, ni quiero alguien a quien amar. Quiero. Solamente quiero. Tú, que no eres nadie. A ti. Y cuando tengo: no quiero. Porque me gustan los principios, pero no el contenido y ni mucho menos los finales.
¡Que me gusta llegar hasta el penúltimo escalón! Me gusta rozar el cielo desde la cama. Me gusta gastar mi último átomo de hidrógeno antes de coger un puñado más. Me encanta tirar una piedrecita, girarme y esperar a que me reclames. ¡QUE SÍ! QUE SOY DE LAS QUE SE ASUSTA AL TENER EL GATILLO ENTRE LOS DEDOS!
Pero no te canses de invadirme, Karen.
Me equivocaron de siglo, entonces "tuve que dejar de ser yo y dedicarme a escribir".
Las cosas son así, de acuerdo. No pasa nada. ¡Que estoy muy bien!
Pensar es como hacer. Si haces muchas cosas a la vez, todo te saldrá mal. Concentración. Seamos embudos. Mira, es sencillo... invádeme con tus sonrisas, tus risas, tu par de ojos, tus palabras, TUS PALABRAS ¡POR DIOS!, tus silencios (sí, con esos también. Que aunque muy vacíos, llenan bastante), invádeme con tus pisadas, tus llamadas, tu piel, tú. Invádeme de ti; que yo lo filtraré y lo reduciré a cenizas con las que te pueda fumar.
Hoy me di de bruces con una señora mayor y despiadada. Vestía canas en el pelo y de los ojos le colgaban lágrimas. Su sonrisa ya estaba un poco vieja, los extremos le pesaban y se le caía formando una C al revés. C de claroquenoestoybien, de cansancio, de casicasisiempreescasi, de cadavezquevienestevas. Era una señora común, del montón. Dicen que una vez fue feliz, y ya no pudo volver a serlo; que el Tiempo la hizo presa y ella cayó. Dicen que quiere a todo el mundo, pero que a ella nadie le corresponde. Dicen, dicen que dicen que se llama Tristeza.
El problema es que no estoy mal. No estoy triste, no estoy mal, ni quiero alguien a quien amar. Quiero. Solamente quiero. Tú, que no eres nadie. A ti. Y cuando tengo: no quiero. Porque me gustan los principios, pero no el contenido y ni mucho menos los finales.
¡Que me gusta llegar hasta el penúltimo escalón! Me gusta rozar el cielo desde la cama. Me gusta gastar mi último átomo de hidrógeno antes de coger un puñado más. Me encanta tirar una piedrecita, girarme y esperar a que me reclames. ¡QUE SÍ! QUE SOY DE LAS QUE SE ASUSTA AL TENER EL GATILLO ENTRE LOS DEDOS!
Pero no te canses de invadirme, Karen.
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