Vendo mi alma al primero que pase porque el diablo se olvidó de mí.

Dejad los pretextos, la vida necesita más párrafos.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Como a veces lo hice yo.

Ojalá que mañana empezara de cero, que me coja la mano y me diga que... 

Una vez leí que demasiado deseo entristece el corazón, y va a ser que es verdad. 
Ojalá que pudiera retroceder el tiempo, deshacer pasos y jugar a lo que quieras (menos al escondite). Ojalá que nunca hubiese probado lo que se siente al ganar. Y ojalá que nada nunca más sea en vano. 
He nacido para estar siempre en standby, contando estrellas las madrugadas de verano y nada más. No sé hacer nada más, ni me gusta esperar, pero acepto mi derrota como costumbre y... afino mi guitarra. 
Algo tuve que hacer mal en otra vida, o quizás en esta no me he portado del todo bien. Hay algo que falla, algo que no encaja, algo que, sencillamente, aborrezco. Algo que huele a pesadilla, a atún descompuesto y apesta a derrota. 
Y aunque a veces me parezca que no he vivido...
He aprendido a ser pañuelo. Me he inventado mil historias (de amor, y terror). He sabido esperar cuando no debía, y cuando debía, he caído en la más íntima locura. He encontrado el final del camino cuando apenas lo había comenzado, y por supuesto, lo perdí al caminar. He pasado quinientas noches en vela, mientras a mi ventana tiraba piedras la luna. He oído las más hermosas palabras, sin creerlas, desconfiando demasiado de la suerte que tenía. Ojalá hubiese sido valiente cuando correspondía.
He pensado demasiado en lo mismo, demasiado tiempo. 
Ojalá que... ojalá que dejara de desear tanto tanto tanto tanto. 
Ojalá que nunca hubiese conocido esas canciones, que se cuelan hoy entre estas letras. Ojalá que nunca me  hubiese tumbado en el suelo de mi habitación, ni hubiese cerrado los ojos para imaginar que volaba, mientras una luz naranja me esperaba en el escritorio. Porque seguro que no me esperaba, y me quedé para siempre en standby.  
Karen.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Las palabras estropean historias.

Estoy aprendiendo a callar. Te escucho con atención. No sé muy bien cual es el siguiente paso, y quizás no deba saberlo. Quizás lo mejor sea no hacer nada, y que resulte que siempre lo he estado haciendo bien.
Karen.

sábado, 16 de marzo de 2013

Supongo que esto es otra explicación.

De pequeña creía que si deseaba algo con mucha fuerza, se cumplía. Era mi manera de organizar el mundo, mi manera de explicarme que si no tenía algo era porque no lo había deseado con suficiente fuerza. De noche siempre estaba muy pendiente del cielo, no quería que pasase una estrella fugaz y desperdiciar mi oportunidad de pedir un deseo. Por aquel entonces, pedía las cosas según el momento, según mis prioridades del día (que antes cambiaban constantemente, y era feliz sin saberlo).

Recuerdo que una vez miraba al cielo, no para buscar a esas pequeñas cumplidoras de deseos, no. Miraba a la luna porque me parecía preciosa, tan redonda y brillante... Entonces de pronto, y sin que yo buscara, pasó un estrella fugaz. Ni lo pensé, deseé que al llegar a mi habitación y abrir el pequeño microondas de juguete (¡que tanto me gustaba!) hubiese dentro un trozo de luna -sí, era pequeña ¿vale?- Luego pensé que prefería que fuesen varios trocitos pequeñitos, porque me gustaría regalar algunos. Fui todo el camino a casa repitiendo mi deseo, con toda la fuerza que era capaz. En el fondo sabía que al llegar a mi habitación, no encontraría nada en el microondas, así que barajé la posibilidad de que estuviese en el horno, o en la nevera. Luego me surgió una duda de importancia, de esas que te hacen cambiar los esquemas y te llevan derechito a la locura. De hecho, fueron varias. ¿Quién entraría a casa para dejar los trocitos de luna? ¿Sabría " él" exactamente donde vivo? ¿Cómo lo sabría? ¿Será lo suficientemente rápido como para salir de casa antes de que lleguemos nosotros? ¿Qué les diría a mis padres si lo pillamos en plena acción? ¿A quién le regalaría los trocitos que me sobren? ¿Y si sólo se cumple el deseo con su formulación inicial, y sólo tengo un trozo? ¿El trozo sería de la parte de la luna que siempre se esconde, o todo el mundo me odiaría por hacerle un agujero al sol de la noche? 
Estaba loca por llegar a casa.
Lo primero que hice al llegar fue correr a mi habitación y después, muy lentamente, abrí el microondas. Y claro, no había nada. Busqué en otros sitios pero tampoco había nada.
Muy contrariamente a lo esperado, no sentí gran desilusión. Me busqué una explicación y seguí manteniendo mi postura de desear con fuerza para conseguir lo que se quiere.
Pero crecí. Mis prioridades se fueron concretando y terminé pidiendo siempre lo mismo, y cada vez que no se cumplía... buscaba alguna explicación, que acabó por ser la misma en cada ocasión.
Un día me cansé de buscar estrellas y me olvidé de que para conseguir algo es necesario desearlo con muchísima fuerza. Hoy en día, es mi excusa favorita para cuando no consigo cosas.

Os deseo -con mucha fuerza-  felicidad.
Karen.

jueves, 14 de marzo de 2013

Resignación.

Pero no lo sabes, y si lo supieras, ¿harías algo? 
Me sé la respuesta.
Quizás la solución sea no hacer nada. Optar por la callada. Esperar. Escuchar a mi maldita voz interna que sólo sabe llorar.
La sala de espera da verdadero asco, pero no existe otro sitio donde me dejen entrar.
Estaría genial tener un mando como los de la tele y adelantar hasta el siguiente capítulo.
Sólo hay un capítulo en mi vida, y siempre está por acabar. Si no fuese por mí, habría acabado hace mucho... porque la gente se aburre, se aburre de mí.
Tal sólo pienso en que me he rendido y.... ¡Seguro que hay una mejor solución, joder!
Me gusta pensar que hay algo bonito esperando por mí, y que existe un destino que hará que, sin tener que hacer nada nosotros, nos encontremos. Yo y mi momento. Mi momento y yo.
Pero no quiero pasar de página, porque en la siguiente no hay nada nuevo, y tú sigues siendo el prota (lo siento).
Las personas que más quieren son las que menos tienen.
Lo de querer sin que te quieran sólo funciona una vez.
Ya no sé lo que necesito, pero sé lo que quiero, y parece que lo que quiero no es lo que necesito. 
Karen.

martes, 12 de marzo de 2013

Ya no hay nada que hacer.

Nunca seré el prota. Nunca seré la inspiración. Nunca seré un motivo para dejarlo todo, ni unas ganas de. Nunca dejará de pasar el tiempo a mi alrededor, nunca dejaré de pasar de todo. Nunca será por siempre.
Nunca seré feliz por naturaleza. Nunca serán las cosas como yo quiera. Nunca seré tú, ni ella. Nunca seré diferente al resto. Nunca habrá una tercera parte, ni un volver a nacer, ni un mereció la pena. Nunca me vestiré de blanco, ni tendré una cuenta bancaria compartida, ni me despertaré por el olor a café. Nunca seré algo de nada. Nunca me perdonaré. Nunca supe esperar, y nunca dejaré de hacerlo. Nunca me parecía poco tiempo cuando aún me quedaba. Nunca es el asfalto de las calles de Madrid. Nunca es el silencio. Nunca es callarme y nunca es para siempre. Nunca seré una película, una canción, un poema, una carta. Nunca seré la mitad de la naranja. Nunca haré limonada con los dichosos limones. Nunca seré la pesadilla de nadie. Nunca será para siempre. Nunca aprenderé que el error fue mio. Nunca debí querer. Nunca debí ya no querer. Nunca debí hacer una mierda. Porque aun no he nacido, espero.
Karen.

domingo, 10 de marzo de 2013

La vida es menos puta si estás a mi lado.

Hmmm, libertad.
No hace falta que me quite tus cadenas para sentirme libre. Tampoco me hace falta volar, o hacer todo eso que me dice la gente (¡qué sí, que tenéis razón todos, hostia!).
De cuando en poco el Jefe me hace un regalo y dejo de querer controlar todo lo que hago, ¡me suelto el pelo!, me emociono y soy yo. Pero nunca me quita las cadenas. Quizás sea que no estamos hechos para ser libres todo el rato, porque entonces no apreciaríamos esos momentos y si alguna vez nos ponen cadenas, nos pesarían mucho más que ahora. O tal vez soy yo, que no me lo merezco.
Quizás me acostumbré a las cadenas, y les cogí tanto cariño que si me las quitan, las echaría en falta. La gente me dice que sólo yo soy capaz de quitármelas, yo digo que fui yo quien reforzó las ataduras.
                                             "Yo muero de inanición, tú ofreces migas de pan. Cuanto más hablas de amor, más no te quiero escuchar."

Karen.

lunes, 4 de marzo de 2013

domingo, 3 de marzo de 2013

La vida está hecha de trocitos de algo.

El problema es querer descubrir ese algo, porque todos sabemos que no merece la pena justificarse tanto. Al fin y al cabo... ¿qué ganas?
Y yo...aquí hablo de muchas cosas, pero en verdad no tengo idea de nada. Todo lo que sé me lo enseñaron los sueños, y de los sueños aprendí que cualquier parecido con la vida real es pura coincidencia. 
Mis pesadillas no siempre vienen de noche, por eso he pensado que debería estar preparada para atacarlas en cualquier momento y sea cuando sea, pero ya se me están acabando los recursos...
A veces optar por la callada es la mejor de las opciones, y yo debería recordarlo más a menudo.
No intentéis nada, hacedlo. Nadie espera a nadie.
Karen.