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Dame palabras, que yo moriré por ti – latió como en un susurro, mi
corazón. Estúpido corazón, mercenario, y sin cicatrices de guerra.
Tus
palabras (a galope) viene, armadas de rosas sin pétalos, a clavarme sus tildes
y mayúsculas; sus tes, es, espacios, qus, us, is, es, erres y os.
Yo,
valiente a mi manera, junto a mi ejército de uno, me enfrento a ellas en estas
tierras de nadie. No es guerra (con final), es batalla. Tampoco busco ganar,
sólo espero no perder. Para así poder decir que, por perder, sólo me he perdido en el charco de tus ojos. ¡Aire!
Necesito oxígeno, quitarme hidrógenos de esta agua (que ya me sale hasta por
los ojos) y dejar de ahogarme.
Y
si algún día ves burbujas bailar a tu alrededor… ten presente que, si me
ahogué, de mí sólo quedó lo que pudo subir a la superficie. Explótalas y escucha.
Hiérete tú ahora, con las espinas de esas rosas. Que ya sabes que tus balas,
algún día serán boomerangs (loquesubetienequebajar).
Pero
GUERRA. Guerra. guerra. Y ahora, estoy
mal posicionada. Llevas ventaja.
Aviones
velocísimos, granadas de miradas, metralletas de guiños, bombas lacrimógenas de
palabras (para morir despacito)… escombros.
Hace
tiempo que todo está destrozado, viniste para arrasar. Y cuando te veas
vencedor, y el territorio sea tuyo por derecho, este estará tan gris y
sobrellovido, que te marcharás (como siempre) a conquistar uno mejor.
En
tiempos de guerra… más vale sonreír. Yo me río, me carcajeo y hasta lloro… pues
tus balas me erizan la piel, tus espinas me dibujan cicatrices invisibles, tus
golpes me acarician… y me gusta que me invadas. (¡Menudo
corazón buscaproblemas! Siempre con ganas de luchar.)
No
quiero tregua, Karen.